Otras obras ejecutadas:
- 1 vivienda unifamiliar en La Felipa, Albacete (1999)
- 1 vivienda unifamiliar en La Felipa, Albacete (2002)
- 3 viviendas unifamiliares en Valdeganga, Albacete (2004)
- 1 vivienda unifamiliar en Paterna del Madera, Albacete (2004)
- 1 vivienda unifamiliar en Villavaliente, Albacete (2005)
- 1 vivienda unifamiliar en Mesones, Albacete (2006)
- 1 vivienda unifamiliar en La Gineta, Albacete (2007)
- 1 vivienda unifamiliar en Hoya Gonzalo, Albacete (2009)
Discutir, discutir, discutir. El proyecto de una vivienda unifamiliar es duro y apasionante. Nada tiene que ver este trabajo con el de la promoción. El cliente quiere la casa de sus sueños. Mi trabajo es convencerle de sus errores, resolver los problemas técnicos y administrativos, mediar con el constructor... pero sobre todo, que cumplan sus sueños... y que puedan pagarlos.
Así empieza la memoria del proyecto que más trabajo y satisfacción me ha dado en toda mi vida:
Es difícil redactar la memoria de un proyecto en el que se es a la vez arquitecto y promotor, ya que no puede comenzar “Por encargo de D. Fulanito...”, sin embargo éste es el menor de los obstáculos con los que tanto yo como mi familia nos estamos enfrentando a esta aventura que, esperemos, termine bien.
En primer lugar hay que tomar la decisión de que queremos tener una segunda residencia en el campo donde pasar los fines de semana y las vacaciones. A continuación hay que buscar un terreno y, a pesar de que nuestra provincia es de las más grandes de España, ha sido una dura labor ya que eran muchos los condicionantes: debía estar en la sierra, bien comunicado con la ciudad, debía tener suministro eléctrico y de agua, debía ser posible construir legalmente, debíamos poder pagarlo y, lo más difícil, nos tenía que gustar. Se me olvidaba un detalle; tenía que estar en venta.
Por increíble que parezca, eso sí después de meses de búsqueda y miles de kilómetros recorridos, apareció el terreno, una pequeña finca en Molinicos, muy cerca de Fuente Higuera, en el paraje de Fuente Mata.
Se trata de unos terrenos en sus dos terceras partes de monte y el resto de bancal en barbecho ¡llano!. Tiene acceso desde la aldea por un camino recientemente arreglado. Al otro lado del camino hay dos viviendas unifamiliares de las que, a día de hoy, son titulares sendos súbditos británicos por lo que no es de extrañar que el paraje termine llamándose “Los ingleses”. Es precioso.
Hasta aquí la historia de la finca. Ahora describiré las circunstancias que rodean el proyecto. Vaya por delante que éste empezó antes, mucho antes, de encontrar el terreno. También que ha habido veces en las que a pesar de los cientos de viviendas que llevo proyectadas he llegado a pensar que no sería capaz de hacer mi propia casa. En una de mis películas favoritas Primera plana, una versión que hizo Billy Wilder de Luna nueva, aparecía un médico que decía “Denme un espejo y un bisturí y me operaré yo mismo”, eso no es nada si lo comparamos con el trabajo de un arquitecto cuando proyecta para él (y para su mujer).
Si el terreno tenía ciertos condicionantes, la construcción tenía muchos más. El que suscribe quería un gran garaje-taller para hacer sus chapuzas, una cocina razonable (también para hacer sus chapuzas) y un dormitorio digno (…más chapuzas). La esposa del que suscribe quería unos 1.500 m2 de obra, orientar toda la edificación a norte y llenar el techo de falsas vigas de madera.
A pesar de las recomendaciones e incluso ofrecimientos de algunos colegas para hacerme el proyecto, decidí echarme al camino, pensar, dialogar, sufrir en las entrañas cientos de revistas de decoración y sacar adelante algo que nos gustara a todos, estuviera al alcance de nuestro bolsillo y no me avergonzara como profesional. Por increíble que parezca, este proyecto, con sus defectos, falta de originalidad y cabos sueltos, casi lo ha conseguido.
Bien, después de esta toma de contacto con el autor del proyecto y su circunstancia pasaré al cuerpo de la memoria que si no, ni me lo van a visar, ni me darán licencia.
