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EL ESTUDIO

El estudio está situado en una calle céntrica de Albacete. Como en todas las ciudades españolas, también en Albacete, hoy día, optar por un estudio en el centro implica adquirir un inmueble de segunda mano y asumir las obras de reforma, para lo cual es fundamental un exhaustivo conocimiento previo de las necesidades a que ha de servir el espacio resultante. En el caso de mi propio estudio este conocimiento era total, pero sin duda puedo decir, a la vista del magnífico resultado obtenido, que toda rehabilitación puede ser abordada con éxito si se siguen unos principios generales:

Estudio previo de las necesidades que deben satisfacerse.

Análisis y respeto de los elementos constructivos preexistentes, de modo que no se utilicen soluciones que al cabo de algún tiempo den problemas de mantenimiento o cuya funcionalidad sea mínima.

Imaginación y flexibilidad en el tratamiento de aquellas características del inmueble que no pueden variarse, ya que, haciendo bueno el viejo dicho, a menudo llega a hacerse de la necesidad virtud.

Así, en el caso de mi estudio, se partía de una superficie de 120 metros, que unía a su privilegiada ubicación una abundante luz natural y el estar situado en la primera planta del edificio, circunstancia de gran valor para una actividad comercial. Como contrapartida, las desventajas eran muchas: excesiva compartimentación en muchas habitaciones minúsculas, extraordinario envejecimiento y deterioro de los materiales (el piso llevaba deshabitado casi veinte años), falta de adecuación en aspectos básicos como aislamiento térmico y acústico, instalación eléctrica, fontanería...

Siguiendo los tres principios antes enunciados, lo primero fue levantar los planos de la reforma con arreglo a las necesidades a las que iba a servir el inmueble. En ellos se definían dos grandes espacios de trabajo y un pequeño archivo, derribando los múltiples tabiques originales; se prescindía de la cocina, y se reducían los dos pequeños cuartos de baño existentes a un solo aseo espacioso.

El análisis y respeto de los elementos constructivos impuso sus propias exigencias. Así, el nuevo aseo fue ubicado en la misma zona que ocupaba uno de los baños anteriores, ya que trasladar las bajantes y conducciones, aunque posible, es una solución que debe ser evitada por sus probados malos resultados. Los huecos de las ventanas también fueron respetados, y se sustituyeron las carpinterías de madera por otras de aluminio, con doble acristalamiento eficaz contra los ruidos y la temperatura exterior, eligiendo un color que entonara con la fachada del edificio. Se instaló un falso techo de escayola, con el fin de poder ocultar y trasladar cómodamente el abundante cableado que forzosamente conlleva la utilización de ordenadores y sus periféricos. La estructura del edificio contaba con vigas vistas, las cuales se pintaron de blanco para fundirlas ópticamente con el techo.

Sin embargo, fue imprescindible aplicar el tercer principio en la distribución final. Al derribar los tabiques para dejar una gran sala de trabajo y un despacho principal, quedaron exentos varios pilares, uno de ellos situado casi a la entrada del local, unido como es lógico a una de las vigas vistas. Esto suponía tanto un obstáculo visual como un problema para la circulación. Los pilares no podían ser derribados y carecían del menor interés estético, siendo vulgares piezas de hormigón. Pues bien, se abordó el problema y se consiguió solucionar de dos formas. Por una parte, en el caso de la generalidad de los pilares, se trataron precisamente como elementos ordenadores del espacio, haciendo que sirvieran para definir diferentes zonas dentro de un espacio único. Puede verse en las fotos de la izquierda de esta página cómo en el despacho son los pilares los que definen las tres zonas (mesa de dirección, área de juntas y área de descanso) que se han creado en él, gracias a una adecuada conjugación de dichos pilares con los muebles y los colores elegidos.

Por otra parte, respecto al pilar situado frente a la entrada, se tomó una decisión radical. Se prescindió de puerta que aislara al vestíbulo de la sala de trabajo, y para resaltar la transición de uno a otro espacio funcional, se hicieron dos paredes curvas en el paso del uno a la otra, las cuales llevan la mirada hacia el pilar, tratado con un método de pintura cuyos resultados recuerdan a los del estucado al fuego (si bien la ejecución es mucho más rápida y el coste muy inferior). De tal modo queda convertido el pilar junto con la viga unida a él en un elemento de gran peso decorativo que crea un gran «umbral» dentro del que se enmarca la parte principal de la sala de trabajo. El resultado queda patente en las fotos de la izquierda.